En 1960, en una época en la que las mujeres no podían abrirse una cuenta a su nombre sin su marido, Josefina Unturbe, puso en marcha un colegio en el que pudiera poner en práctica su proyecto educativo. Alquiló un pequeño chalé y comenzó su andadura con 30 alumnos, hijos de conocidos.
Apostó por una enseñanza mixta, en aquellos tiempos no estaba permitido, pero se aceptó como proyecto experimental. Su idea de enseñanza era una enseñanza activa, en la que el niño aprende haciendo.
El proyecto se basaba en que las familias debían formar parte, mediante reuniones semanales en las que compartían decisiones sobre la educación de sus hijos, por oto lado, el profesor tomaba un papel más cercano.
Se dio importancia a las materias prácticas y creativas, la música, manualidades, dibujo o la educación física tenían un papel fundamental ya en aquel tiempo.
El proyecto tuvo tanta aceptación que se vieron obligados a ampliar el espacio. En 1967, se puso en marcha la construcción del colegio en el emplazamiento actual. Lo que parecía una locura, en un pueblo de escasos habitantes, con malos accesos y en un espacio a medio urbanizar, se convirtió en un gran éxito. La mayoría de las familias, fieles al proyecto, se desplazaron diariamente. Las zonas limítrofes como Majadahonda, Las Rozas y Boadilla, comenzaron a desarrollarse y el Colegio creció sin necesidad de publicidad hasta convertirse en el Colegio que somos hoy en día, manteniendo las raíces originales.
Nadie mejor que Josefina Unturbe Jiménez para explicar su ideario. Con motivo del 40º Aniversario del Colegio, se le realizó una entrevista en la que hacía un análisis retrospectivo desde los orígenes hasta el momento.
– ¿Qué le movió a la creación de un centro educativo?
«La convicción de que la justicia, la felicidad y la eficacia en una Sociedad libre dependen de la calidad de los hombres y mujeres que la constituyen. Otras actividades sociales, como la política, la empresarial o la ayuda social, se ocupan de la realidad humana preexistente. Solo la educación se propone, levantando la mirada hacia el futuro, desarrollar las potencialidades del niño, pretendiendo que sean capaces de mejorar la sociedad, en el futuro y hasta en el presente. Lograr que nuevas generaciones asuman la impronta del amor a la Verdad, a la Libertad, al Trabajo, a la Solidaridad representa el gran reto que un educador ha de afrontar. Esta es tarea en la que no siempre se obtienen resultados a corto plazo y, muchas veces, es algo ingrata, pero constituye una insustituible justificación para la vida, que solo se puede entender por la alegría que se siente por cada nuevo individuo que se realiza como persona.»
– ¿Qué ideas articulaban su proyecto educativo?
«Por un lado, tenía unos objetivos generales que se pueden resumir en educar hombres y mujeres cristianos, libres y responsables y, en otra vertiente, lo referente a las técnicas pedagógicas, igualmente necesarias para dar vida al proyecto»…