
07 May Malik, alumno CVE, se acerca a su sueño tras una vida de desplazado, refugiado y esclavo
Desde hace unos meses el CVE cuenta con un alumno muy especial, se llama Malik y nació en Somalia en el año 2000. Desde su llegada a Boadilla, dirección y docentes del Colegio se vuelcan para que cumpla uno de sus sueños: aprobar Educación Secundaria. El día 20 de mayo realizará varios exámenes globales en los que se juega parte de su futuro académico y, ¿por qué no decirlo?, su futuro personal. Para llegar hasta aquí su vida ha estado en el filo en demasiadas ocasiones.
DESPLAZADO Y REFUGIADO
La vida de Malik comenzó hace 21 años y no precisamente en un hogar sino como desplazado en su propio país. «Mis primeros recuerdos de niño son los de alguien sin una ciudad donde vivir, sin un hogar fijo. Cada semana estábamos en un sitio diferente, vivíamos como nómadas recorriendo Somalia, a veces durmiendo bajo un árbol, algo que aquí es impensable».
A los 10 años entró junto a sus padres y hermanos en el campo de refugiados de Dadaab (Kenia), el más grande del mundo con más de 300.000 somalís que huyen de la guerra civil que azota el país desde 1991. Allí encontraron cierta estabilidad y «una vida algo mejor de la que teníamos. Fue allí donde comencé a estudiar, leer y escribir. Había colegios, o así los llamaban. Eran zonas bajo los árboles y obviamente cuando llovía no había clase. Los libros y los lápices nos llegaban gracias a las ONG. Fue entonces cuando aprendí a escribir con letra pequeña, era simplemente para que me duraran más los cuadernos»
La vida en el campo de refugiados les hizo pensar en nuevos horizontes. «Allí hay mucha gente con expectativas de que la vida les va a cambiar de un día para otro, como si esperasen un golpe de suerte, pero eso es irreal. Allí estás aislado del mundo»
VIAJE A LA ESCLAVITUD
En 2016 comienza a extenderse el rumor de que el gobierno de Kenia iba a devolver a los refugiados a su país de procedencia. Ya entonces Malik no era el mismo, esos seis años de formación le habían generado nuevas inquietudes y en sus planes no entraba volver a la vida nómada de Somalia. Quería avanzar, no volver atrás. En su cabeza no estaba Europa, simplemente quería establecerse en una gran ciudad de Kenia o Uganda. En su camino se cruzó alguien que le prometió un futuro mejor en el viejo continente. «Caí en la tentación y esa supuesta ayuda se convirtió en una venta. Poco después de cumplir 16 años me convertí en un esclavo. Junto con otras personas crucé las fronteras de Uganda y Sudán, atravesé el Nilo y parte del Sahara hasta llegar a Libia. Cuando piensas que ha terminado tu viaje solo ha comenzado tu vida como esclavo».
Allí tuvo un «master» o dueño para el que trabajó sin descanso, no había otra salida. Su libertad costaba 10.000 euros y tuvo que comprarla trabajando durante un año. Lo hizo en la construcción, haciendo mezcla de cemento y cargando grandes pesos. Tras ese año le vendieron a otra persona. «Ahí perdí toda esperanza, pensé que era para toda la vida. Me encontraba muy débil, no les convenía alimentarnos de forma adecuada para evitar que estuviéramos fuertes y pudiéramos organizar un motín. Era más fácil acceder a drogas que a alimentos». De una manera u otra Malik siempre mantenía contacto con su familia, aún en el campo de refugiados de Dadaab. Su madre organizó una colecta y en tres meses consiguió 1700 euros, esa cantidad y seis meses de trabajo consiguieron liberarle de la esclavitud.
Un capítulo se cerraba y comenzaba otro lleno de incertidumbre. La ayuda económica de otros jóvenes somalíes le subió a una lancha con otras 110 personas hacia un destino tan desconocido como esperanzador. «Al entrar en el mar y mirar hacia la costa de Libia me sentí libre. Pensaba en mi vida reciente y tenía claro que era mejor arriesgarme y morir que seguir siendo un esclavo. Tenía la esperanza de que nos rescataran y pudiéramos llegar a Italia». Sin embargo, tras 24 horas en alta mar comenzó a sentir miedo, fueron 10 días de angustia donde la comida era lo de menos, de hecho asegura que apenas pensaba en ello, solo quería pisar tierra firme.
ESPAÑA EN EL HORIZONTE
Nunca llegarían a pisar Italia, al final fueron recogidos por el buque humanitario de rescate Open Arms. Su llegada a Algeciras en diciembre de 2018 se suma a las que anualmente llenan las noticias de los informativos. Tras unas primeras semanas de cuidados y tratamientos médicos «lo primero que quería es aprender el idioma e intentar conseguir una vida mejor que la que tenía. Fue complicado porque no conocía nada de España».
Malik llegó a España con 18 años, durante dos años ha recorrido la península (Sevilla, Oviedo, Zaragoza, San Sebastián) y ha trabajado principalmente en la recolección de fruta y verdura. Cuesta hacer referencia a ello, pero en España también ha encontrado el abuso. «En el campo los jefes no me han tratado bien, es habitual el insulto, algo que al final te tomas como algo normal. A veces trabajabas 8 o 9 horas diarias y no te pagaban más de 10 euros».
Cada pocos días habla con su madre con la que mantiene contacto vía whatsapp cuando las condiciones de cobertura o disponibilidad son favorables. «Me entristece mucho saber que siguen allí. Mi hermana también tuvo la suerte de salir y ahora está en Canadá. Tanto ella como yo trabajamos para enviarles dinero. El valor que aquí tienen 50 o 100 euros no es nada comparable a la valía que alcanza allí. Ellos no me piden dinero, pero por la suerte que he tenido al llegar a España creo que es mi responsabilidad tratar de ayudar desde la distancia».
EL COLEGIO VIRGEN DE EUROPA COMO OPORTUNIDAD
Hace más o menos un año, cuando Malik estaba en Sevilla, coincidió en una mesa redonda online con Paula Farias, médico del CVE, cooperante y responsable de Médicos Sin Fronteras en innumerables frentes de ayuda humanitaria en todo el mundo. De esa primera toma de contacto surgió una larga conversación donde Paula conoció de primera mano sus intenciones: enormes ganas de aprender y labrarse un futuro. Tras hablar con el Colegio le propuso venir a Madrid donde el CVE le ha procurado alojamiento, educación y trabajo.
Por las mañanas estudia en la biblioteca con la ayuda de más de una decena de profesores que en sus horas libres o complementarias le instruyen de forma desinteresada en asignaturas tan dispares como Historia de España, lengua, matemáticas, inglés o ciencias. De hecho tiene varios profesores de una misma asignatura para cubrir los contenidos de los cuatro cursos de ESO. Su objetivo es llegar preparado al examen global del 20 de mayo. «Materias como inglés o matemáticas las llevo mejor, pero lengua o Historia he tenido que empezar de cero. En el campo de refugiados aprendí inglés y las matemáticas son universales y las entiendo mejor»
Por las tardes, en horario de media jornada, se dedica a limpiar el Colegio junto al resto de compañeros de servicios generales. Gran parte de su sueldo lo envía a Kenia, a ese campo de refugiados donde su familia sigue teniendo la esperanza de salir algún día.
FUTURO
A corto plazo está el examen de Secundaria, luego querría estudiar el bachillerato y poder acceder a una carrera, concretamente una Ingeniería. Estudiante por la mañana, trabajador por la tarde, Malik es ya miembro de la Comunidad CVE que le ha acogido como lo que es, un joven que encarna la superación de las dificultades más extremas. Con 21 años ha sido desplazado, refugiado, esclavo e incluso abusado en nuestro país por su condición de inmigrante. Ahora ha encontrado una oportunidad, es consciente de que no puede dejarla pasar y se esfuerza a diario para ser dueño de su futuro. «Este examen es difícil, solo he tenido tres meses para prepararlo, pero lo veo como un reto que tengo para mejorar mi vida».
No hay semana que no contacte con su familia para contarles su día a día, esta gran oportunidad y la convivencia con alumnos de todas las edades. Precisamente por ello deberían conocer su vida y ver en él un ejemplo de lucha, inconformismo y ganas de salir adelante pese a las durísimas pruebas que ha tenido que superar.
Mucha suerte Malik